CAPITULO 4. ¿QUIEN SOY? Caminé sin rumbo fijo, durante los diez minutos que faltaban. Por el camino me encontré con Ester, que salía de la habitación con sus entrañables amigas. Me dirigieron una mirada matadora, y se alejaron con la cabeza muy alta, muy dignas. Pasé de largo y me encontré de repente en el jardín. Antes de entrar otra vez, respiré aire fresco de esa mañana otoñal. Un ruido me despertó de mi embobamiento. Un crujido, como de rama rota por un pie. Levanté la cabeza y pasé los ojos por todo el recinto. Una ligera sombra me llamó la atención. En el mismo momento en que fijé mis ojos en ella, la sombra desapareció como si nunca hubiese existido. En esos momentos tendría que haber entrado en los calientes muros del internado, pero me pudo más la curiosidad y fui corriendo hacia donde había visto la sombra. Efectivamente, había una rama partida. Aturdida, repasé con la mirada todo el lugar sin obtener nada de provecho. Ni rastro del extraño individuo. Fruncí el ceño y cog
Pensamientos, reflexiones y libros. Muchos libros.