El capitulo 2 de mi historia :) Son capítulos no muy largos que se pueden leer fácilmente.
CAPITULO
2. COSAS EXTRAÑAS
Cuando acabó la clase Lara y yo nos dirigimos a
nuestra habitación para dejar los libros y bajar a comer.
- ¿Qué te ha parecido a ti la nueva profesora?- le
pregunté a Lara mientras bajábamos para ir al comedor.
- Parece simpática, pero es lo que suelen ser todas
al principio. Cuando nos conocen un poco más se les acaban las amabilidades.
Nos reímos de su comentario. En ese momento nos
encontremos con las demás y fuimos todas juntas al comedor. Nos sentemos en una
de las mesas que había cuando oí la irritable voz de Ester.
- Perdonad, pero este es nuestro sitio- nos dijo con
desprecio.
- ¿Y quien ha dicho que sea tuyo? ¿A caso pone tu
nombre?- le recriminó Lara. Todas la miramos con ojos abiertos y asustadas ante
la reacción que podría tener Ester.
- Mira chulita, a mi no me vengas con historias.
Este es nuestro sitio y punto. Si no salís en 3 segundos, llamó a la directora.
- Ui que miedo me das- ironizó Lara. No pudimos
evitar reírnos. Ester nos miró a todas con cara de desprecio y se fue.
Felicitemos a Lara y estuvimos toda la comida comentando la cara de Ester, que
se sentaba en la otra punta y nos miraba fulminante cada dos por tres.
Por la tarde las clases fueron normal, en Dibujo la
profesora Clearwater nos dijo que dibujáramos el cesto de frutas que traía.
Como no, Ester fue la que lo hizo mejor y la profesora Clearwater la felicitó y
nos miró a nosotras con una sonrisa burleta.
Ciencias fue un suplicio, la profesora Grace nos empezó a explicar las
leyes de la Física. Casi
me dormí, suerte que Lara me iba dando codazos cuando veía que me dormía. Por
fin vino la tarde y fuimos al estanque a descansar un rato antes de cenar.
- Y bien, ¿que te ha parecido Toddle?- me preguntó
Lara. Me estiré a la hierba junto Diana y Gema.
- Bueno…- contesté.- La verdad, no sabría que
decirte…
- A mi el primer dia me pareció horroroso- intervino
Júlia.
- Sí, la verdad es que para mí también fue un
suplicio- agregó Diana.
- Bueno chicas, no creo que sea buena criticar el
sitio que os da de comer.- se oyó una voz familiar detrás nuestro. Nos
levantemos y nos giremos para encontrarnos con la cara de la profesora Gervasi.
- Lo sentimos, nosotras…- empezó Diana.
- No os tenéis porque disculpar, he dicho que no es
bueno no que no sea cierto.- nos dijo con una sonrisa. No sabíamos que hacer,
si reír o continuar calladas.
- Bueno será mejor que me vaya- dijo finalmente- Me
esperan en la sala de profesores para otra aburrida reunión.
Nos reímos y se alejó con sus pasos perfectos. Era
increíble como se movía, parecía una estrella de ballet. Seguimos así toda la
tarde, estiradas en la hierba al lado del estanque y hablando de cosas
insignificantes. El timbre nos avisó de
que era hora de cenar, y nos dirigimos hacia el salón.
- Puaj, hay repollo.- dijo Lara al sentar-nos. Apartó
el repollo en la servilleta disimuladamente y sacó de su bolsillo dos barras de
pastelitos de chocolate.
-¿Vas a comer solo eso?- le preguntó Gema.
-Que va, en mi habitación tengo mas cosas. Siempre
llevo algo por situaciones como esta. El repollo para las pijas- y diciendo
esto, tiró un trozo de repollo a Ester. Esta se sobresaltó y se tocó el pelo.
Al ver el trozo de repollo, empezó a chillar como una histérica.
-¿Se puede saber que pasa?-dijo la directora.
-Alguien me ha tirado un trozo de repollo-casi
sollozó Ester.- Seguro que ha sido el grupito de Lara.
-Vamos a ver… Lara, ven aquí por favor.- la
directora buscó a Lara con la mirada y le indicó con un gesto que fuera hacia
allí. Lara se levantó tal cual y se encaminó hacia la directora. Nosotras la
mirábamos pálidas. Mientras Lara se acercaba Ester nos hizo un mohín.
-Lara, ¿has sido tu quien ha tirado el repollo a
Ester?-preguntó con aburrido cansancio.
-Si directora, he sido yo.-Nos quedemos todas sin
habla y Ester dibujó una sonrisa triunfal.-Pero si lo he hecho, ha sido solo
porque me había sacado la lengua.
La sonrisa de Ester se rompió de golpe.
-¡Eso es mentira! ¡Yo nunca te he sacado la
lengua!-gritó exasperada.
-Si que lo hiciste, lo vi perfectamente.
-¡Eres una asquerosa mentirosa!
-¡Calma chicas!-gritó la directora. Las dos bajaron
la cabeza avergonzadas.- Esta noche limpiareis el jardín de hojas y la primera
que se queje de sueño mañana limpiará los baños. Así que ya podéis empezar,
venga, a que esperáis.
Las empujó a las dos y se las llevó a su castigo. Todo
el comedor se quedó en completo silencio durante unos instantes. Luego, fueron
rompiendo el silencio poco a poco con pequeños susurros que finalmente se
transformaron en voces.
Nosotras seguimos calladas, sin saber que decir.
Gema abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar no muy convencida.
-Algún día se le bajaran los humos a esa cosa de
Ester-rompió nuestro silencio Vicky.
Nos quedemos mirándola y asentimos sin mucha convicción.
-Venga chicas, ¿qué os pasa? Ni que se hubiera
muerto alguien.-bufó Diana.
-Ester es peor que la muerte-dijo Gema con un
escalofrío. Nos reímos y recuperemos nuestra alegría.
Después de cenar nos dejaron un rato hasta las 22:30
para dar una vuelta por el recinto antes de ir a dormir. Fuimos a ver como
estaba Lara con su castigo. La encontremos con una coleta hecha rápidamente,
los pantalones subidos hasta la rodilla y las mangas arremangadas. Ester estaba
con una bolsa de basura en mano e iba recogiendo hojas. Lara llevaba un
rastrillo y hacia montoncitos para que después Ester las recogiese.
Lara levantó la vista y nos vió. Nos sonrió.
-¡Eh, chicas!-nos saludó con la mano. Fuimos
corriendo hacia ella y nos tiramos encima suyo bombardeándola de preguntas.
-¿Es divertido recoger hojas?
-¿Qué tal trabajar con Ester?
-¿Te ha comido?
-¿Qué os ha dicho después la directora?
-Calma chicas, calma-dijo Lara riéndose. Ester nos
fulminó con la mirada y se fue con el saco de hojas al cubo de basura.-Vamos a
dar una vuelta, anda, estoy harta de recoger hojas.
Nos levantemos y nos fuimos a dar una vuelta.
-¡Aun no te puedes ir!-chilló Ester.-Aun no ha
acabado el castigo hasta nueva orden.
-Yo ya he hecho mi parte del castigo.-dijo Lara y se
cogió del brazo de Vicky. Ester nos miró con la boca abierta y nos dedicó un
“simpático” gesto con el dedo corazón.
Estuvimos hablando un rato de todo y nada. Cada vez
me resultaba mas difícil seguir la conversación, la cabeza me daba vueltas y
notaba malestar por todo el cuerpo. Me toqué la frente y la aparté rápidamente.
Quemaba. Más bien ardía. No era normal. Lara lo notó y me miró preocupada.
-Clara, ¿que te pasa? Estas muy pálida- dijo
mientras se acercaba e intentaba tocarme la frente. Aparté la cabeza
bruscamente.
-No, ¡estoy bien!-se me quedaron todas mirando- Es
solo que la cena me ha sentado mal. Si no os importa, me voy a dormir. Mañana
será otro día, supongo.
Me levanté y me dirigí a mi habitación dando tumbos.
Me siguieron con la mirada hasta que desaparecí de su vista. Cuando llegué a la
puerta de mi habitación me dio un mareo repentino. Me sujeté al marco de la
puerta para no caerme. Me desvestí lentamente y me puse el pijama. Me tiré con
cuidado a la cama y me arrepentí al instante. La cabeza me dio un bote y ese
bote se multiplicó por más dentro de mí.
-¡Au!-solté un aullido de dolor. Cada vez ardía más
y más y mi corazón iba a mil por hora. Noté como si los huesos se aplastaran y
los músculos se agarrotaran dentro mío. El dolor era insoportable. De repente,
ya no estaba en mi habitación. Era todo verde, muy verde. Al verde le daban
color las flores que colgaban presumidas de sus ramas. El suelo lleno de hierba
y dientes de león. La corteza de los árboles resultaba tapada por una sustancia
mohosa de color verde que dejaba por imposible la existencia de marrón.
-¿Dónde estoy?- preguntó aturdida. La cama a la que
estaba estirada había sido sustituida por un suelo húmedo. Eso no era Toddle.
Una mujer no más grande de veinticinco años, pasó corriendo junto a mí. Sonreía
y le perseguía un hombre. Tenía mas o menos la edad de la mujer y de su boca
brillaban unos dientes blanquísimos. Los reconocí al instante. Mis padres. El
hombre pilló a la mujer y la tiró al suelo. Ella se lo llevó al suelo con ella
y no paraban de reír.
-¿Pa… papá?¿Mamá?-pregunté incrédula. Ninguno de los
dos respondió, seguían absortos en sus risas y en sus tiernas miradas. Antes de
que pudiera ver nada más, me desperté sobresaltada en mi habitación. ¿Había
sido un sueño? Miré el reloj. Las diez y media en punto.
-Seguramente lo habrás soñado Clara, no te
empeñes-me dije a mi misma en voz alta.
-¿Habrás soñado el qué?
Miré sobresaltada a la puerta. Era Lara.
-Madre mía Lara, que susto me has dado-le dije
poniendome una mano en el corazón.
-Pues a mi me lo has dado antes. ¿Qué te pasa?-dijo
Lara sentándose a mi lado.
-No es nada solo qué… estoy un poco mareada. Lo que
necesito es descansar, me debe haber sentido mal algo de la cena o a lo mejor
es los nervios del primer día… sea como sea, me voy a dormir.
Apagué la luz y me volví a meter en mi cama.
-Como quieras, si necesitas algo estoy justo al
lado.-dijo Lara con una sonrisa. Se desvistió y también se puso a dormir. Mis
parpados ganaron y me embarqué en el barco de los sueños.
A medianoche me volví a despertar de golpe. No me
acordaba si había soñado o no, y si el sueño había sido bueno o malo. Solo
podía sentir otra vez ese calor ardiente y el corazón que bombeaba como nunca.
El dolor volvió a brotar y solté un leve gemido. Por suerte Lara no se dio
cuenta. La miré por si se despertaba. Dormía con un brazo debajo de la almohada
y la cabeza apoyada en la mano del otro brazo. Su pecho subía y bajaba
lentamente, sin interrupciones. El dolor me hizo olvidarme de mirarla. Hice una
mueca de dolor. No pude más. Solté un grito espeluznante, el dolor era
insoportable. Era como si mi cuerpo bombardease siguiendo al corazón, lanzando
sacudidas. De repente, silencio. Nada de dolor. Y luz.
-Vale, Clara, vale. ¡Ya está, ya pasó!-me dijo Lara.
Moví la cabeza a los lados. Cuando volví a abrir los ojos fue como si hubiera
despertado de un mal sueño.
-¿Qué ha pasado?-dije con voz débil.
-Tranquila Clara tranquila. - Lara me abrazaba y me
tambaleaba como a una niña pequeña.
-¿Qué ha pasado? ¿Que me ha pasado?-me solté de sus
brazos. Estaba más agitada.
-La verdad es que…-Lara no sabía como decírmelo.- No
vi gran cosa. Me despertaron tus gritos y luego te vi sacudiéndote en la cama.
Y después nada. Paraste en seco. Y continuaste dormida.
Me miró más fijamente y puso los ojos como platos.
-¿Qué pasa?-le dije preocupada.
-Es que de repente te han cambiado los ojos. Antes
los tenías verdes y ahora… se te han vuelto azules. Muy azules.
La miré incrédula. Me levanté de la cama y me miré
en el espejo. Dios mío. Esos no eran mis ojos. O al menos no lo eran hasta
ahora. Eran de un azul profundo. Me toqué la cara intentando encontrar aun esos
ojos verdes de antes.
-Estos…estos no son mis ojos-dije preocupada. En ese
momento, la habitación se iluminó y entraron corriendo la directora i la
profesora Clearwater, la vigilante de esta planta.
-¿Qué ha pasado? Hemos oído gritos.-dijo la
profesora. A los pocos segundos las chicas de las demás habitaciones se
arremolinaron en la puerta para ver que había sucedido.
-La verdad es que…-empecé, pero Lara me cortó.
-La verdad es que Clara no se encontraba muy bien.
Creo que le tendríais que mirar la fiebre, antes estaba ardiendo.-dijo Lara y
me miró de soslayo.
-¿De verdad?-nos preguntó la directora. Asentimos
las dos con la cabeza y bajemos la mirada. No nos atrevíamos a aguantarla con
la de ella, era demasiado fuerte. Se giró y vio todo el tumulto de chicas en la
puerta.-Vamos chicas, aquí no hay nada que ver. Ala, a dormir todas. ¡Venga!
Se las llevó a todas y solo quedemos Lara, la
profesora Clearwater y yo.
-Espero que no haya sido nada grave- rompió el
silencio la profesora. Nos miró un largo rato buscando una respuesta.-Bien
Clara, acércate.
Me puse rígida y me acerqué a la profesora
lentamente. Me tocó la frente.
-No tienes nada.-anunció la profesora.-Ha sido solo
un susto. Otro día, señorita, no arme tanto jaleo por una simple falsa alarma.
Acabó la frase y se marchó.
-Será mejor que nos vayamos a dormir. Mañana será
otro día-le dije a Lara. Asintió y nos metimos en la cama. Raramente, toda el
calor de mi cuerpo había desaparecido misteriosamente. Ya no notaba nada. Y
pensando en todo esto, me volví a dormir. Esta vez toda la noche. O lo que
quedaba de ella.
La semana pasó sin estragos, tranquila a pesar del
accidente del lunes por la noche. Las clases no me fueron mal y parece que la
directora y la profesora Clearwater olvidaron lo del lunes. Por suerte, ese
calor extraño no volvió a aparecer. Lara y yo estuvimos más unidas desde ese
día y no contemos a nadie lo que verdaderamente pasó. Era nuestro secreto, y
confiábamos la una de la otra. Se había convertido en mi mejor amiga.
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